En este 2025 veremos como la demanda de capacidad informática se disparará como consecuencia de los elevados requisitos de alimentación de la inteligencia artificial y la creciente importancia de la sostenibilidad. Los líderes del sector informático afrontan una presión creciente por reducir tanto sus huellas de carbono como los costes energéticos, debido a las normativas ESG y por las exigencias de clientes e inversores. Además, podemos anticipar que en el próximo año las empresas implementarán la informática eficiente mediante avances sencillos, como adoptar un hardware más eficaz, y también estrategias a largo plazo impulsadas por tecnologías innovadoras.
Por otro lado, maximizar la eficiencia a partir de hardware existente resultará esencial, especialmente a través de la optimización de algoritmos. Sin embargo, los líderes informáticos también deberán reemplazar los sistemas obsoletos e ineficientes por alternativas modernas que ofrezcan un rendimiento superior por vatio y ahorros de carbono tangibles. La medición precisa de emisiones relacionadas con las actividades informáticas resultará crucial y requerirá invertir en herramientas de monitorización para identificar y solventar ineficiencias de los sistemas o aplicaciones.
En cuanto a lo que sucede en los centros de datos, vemos cómo la tecnología de refrigeración líquida está teniendo una adopción muy rápida, puesto que permite sustentar el despliegue generalizado de la IA. Este cambio se está viendo impulsado por un aumento en el uso de GPUs y CPUs con elevados consumos eléctricos, una mayor densidad de potencia de los servidores y una reducción en las temperaturas de operación segura de los microchips.
En la actualidad, la refrigeración por aire está demostrando ser insuficiente, mientras que la refrigeración líquida proporciona mayor eficiencia, tanto para las operaciones de servidores internos como para enfriar el perímetro, gestionando el calor de manera efectiva en todo el centro de datos. A medida que la adopción de la IA se va acelerando, la refrigeración líquida se está volviendo cada vez más indispensable.
Tampoco podemos olvidar la creciente importancia de la ciberseguridad y la resiliencia operativa en el sector tecnológico se ve reflejada en las nuevas regulaciones europeas NIS2 y DORA, que son, sin duda, motores de inversión en IT. NIS2 amplía el alcance de la directiva anterior sobre seguridad de las redes y sistemas de información, incluyendo a más sectores y exigiendo medidas de seguridad más estrictas. DORA, por su parte, se centra en la resiliencia operativa digital del sector financiero, estableciendo requisitos para la gestión del riesgo ICT.
En conclusión, el 2025 será un año de transformación y adaptación. Los desafíos asociados con la creciente demanda de capacidad informática, las directrices ESG y la necesidad de eficiencia energética requerirán respuestas innovadoras y sostenibles. Podemos concluir que, sin duda, el futuro del sector informático estará marcado por la búsqueda constante de equilibrio entre rendimiento, eficiencia, seguridad y sostenibilidad.