Nos encontramos en una era del cloud y el software as a service (SaaS) y esto requiere de una conectividad completamente fiable para las empresas. O dicho de otra manera, las empresas deben asegurar su infraestructura mediante una conexión redundante para evitar sufrir pérdidas que pueden ascender a los 2.400 mil millones de dólares, según un estudio publicado por la Brookings Institution.

Pero, ¿qué es una conexión redundante?

Aunque en un entorno “normal”, la redundancia es sinónimo de superfluo, en IT no es así. DE-CIX, el principal operador de puntos de intercambio de internet, explica la redundancia como un elemento clave para protegerse contra posibles incidentes que paralizan la infraestructura de internet. “Es decir, la intención es contar con al menos dos caminos que estén conectados físicamente mediante cables independientes. Esto quiere decir que todas las líneas deben funcionar por defecto en modo activo/activo y se deben utilizar siempre de manera parcial”, comenta el Dr. Thomas King, CTO de DE-CIX.

Un sistema de redundancia garantiza que, en caso de que surja algún accidente, el tráfico de la línea averiada se redirige a través de las otras vías de transmisión. Esto tiene ventajas sobre el modo activo/pasivo, en el que no se garantiza automáticamente que el cable alternativo, que no transporta ningún tráfico de datos hasta el momento de la conmutación, funcione de forma totalmente fiable en el momento requerido.

La redundancia crea resistencia

Este tipo de conexión resulta fundamental para evitar fallos generalizados de conexión o daños que puedan afectar a un país entero. Como sucedió el pasado mes de febrero, cuando se produjeron varios cortes simultáneos que provocaron la caída de Internet en varias regiones de España. El motivo del incidente fue un corte masivo en una línea de fibra troncal, lo que supuso que los servicios de Orange, Vodafone, Movistar, Simyo, Jazztel, Lowi y Yoigo no pudieran operar con normalidad durante varias horas.

Es cierto que la redundancia en la conexión es habitual entre los centros de datos y/o los puntos de intercambio de Internet, pero esto no se suele aplicar en lo que se conoce como la “última milla”, es decir, las conexiones ADSL de los usuarios finales.

Y esto supone que si se produce algún accidente como el mencionado anteriormente, no existe la posibilidad de redirigir el tráfico de datos en el lado de la red a través de un punto de Intercambio de Internet. En su lugar, los propios usuarios deben asegurarse de que ya existe una conexión a un nivel superior de la red a través de una segunda línea redundante. En el sector privado o en pequeñas empresas, esto puede conseguirse, por ejemplo, mediante routers con capacidad 5G.

Las grandes empresas, por su parte, deben asegurarse de que están conectadas a Internet a través de múltiples líneas geodiversas de alto rendimiento. Para lo que se necesita planificación, construir y probar periódicamente una infraestructura resistente, en colaboración con uno o varios proveedores.


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