Por Byron Sarhangian, socio del bufete de abogados Snell & Wilmer
En un mundo cada vez más digital, los centros de datos son tan cruciales para las comunidades como la infraestructura tradicional, como carreteras, redes eléctricas y sistemas de agua.
Si bien los centros de datos no generan directamente una gran cantidad de empleos, los beneficios económicos que generan para las comunidades circundantes son profundos y se extienden mucho más allá de su huella física. Los centros de datos actúan como infraestructura fundamental para la economía digital, impulsando servicios en la nube, inteligencia artificial (IA) y mucho más.
De la misma manera que las autopistas y las líneas eléctricas impulsan el crecimiento industrial y comercial, los centros de datos son la columna vertebral de nuestra economía de la información. Su influencia también se extiende a través de un fenómeno conocido como el “efecto halo”, según el cual su presencia atrae a otras industrias e inversiones de alta tecnología.
Históricamente, el crecimiento de las ciudades y las economías ha dependido de infraestructuras como carreteras, puentes, ferrocarriles, redes eléctricas y sistemas de comunicación. De la misma manera, los centros de datos son ahora indispensables para la economía global. Son el equivalente digital de las carreteras y los puentes que hicieron posible la Revolución Industrial, facilitando el movimiento de información en nuestro mundo cada vez más conectado.
Para las comunidades locales, los centros de datos proporcionan la infraestructura digital necesaria para que sectores como la computación en la nube, el comercio electrónico y la inteligencia artificial prosperen. Sin redes de centros de datos sólidas, las empresas tendrán dificultades para funcionar de manera competitiva en el entorno actual impulsado por los datos. Al garantizar un acceso rápido y confiable a los datos, los centros de datos posibilitan todo, desde transacciones financieras hasta servicios de atención médica y operaciones gubernamentales.
Aunque requieren inversiones de capital significativas, los centros de datos brindan estabilidad económica a largo plazo, similar a una planta de energía o un sistema de agua. A medida que más empresas y gobiernos avanzan hacia los servicios digitales, la presencia de centros de datos cercanos se vuelve tan esencial como los servicios públicos que los respaldan.
Los centros de datos son proyectos que requieren una gran inversión de capital y que, a menudo, suponen cientos de millones o incluso miles de millones de dólares. Esta infraestructura a gran escala se traduce en importantes ingresos fiscales para los gobiernos locales. Los impuestos sobre la propiedad de los terrenos, las instalaciones y los costosos equipos alojados en los centros de datos son elementos clave para los presupuestos municipales y estatales.
Un buen ejemplo es Virginia, que alberga una de las mayores concentraciones de centros de datos del mundo. En 2022, el condado de Loudoun generó más de 600 millones de dólares en ingresos fiscales gracias a sus centros de datos, lo que ayudó a financiar escuelas, servicios públicos y proyectos de infraestructura. Muchos municipios pueden aprovechar estos ingresos fiscales para mejorar los servicios públicos sin cargar a sus residentes con impuestos más altos.
Además, debido al impacto económico positivo de los centros de datos, estados como Texas y Arizona ofrecen incentivos fiscales para atraerlos. Estos incentivos están diseñados para atraer inversiones sustanciales a largo plazo, que generan ingresos fiscales constantes y otros beneficios económicos. Incluso con tasas impositivas reducidas, el impacto fiscal general en los gobiernos locales es abrumadoramente positivo, ya que los centros de datos siguen rindiendo dividendos durante décadas.
Una de las muchas ventajas significativas de los centros de datos es su impacto mínimo en la infraestructura local, especialmente en comparación con las industrias que emplean a un gran número de personas. Los centros de datos, a pesar de sus enormes inversiones, suelen emplear a menos de 100 personas por sitio. Esta baja ocupación de personal significa que generan mucho menos tráfico y estrés en los servicios locales en comparación con los grandes complejos de oficinas, fábricas o centros minoristas.
Para las comunidades preocupadas por la congestión, los centros de datos ofrecen una alternativa atractiva. Si bien demandan recursos importantes, como energía y agua (según los sistemas de refrigeración implementados), requieren muy poco en términos de infraestructura vial o servicios públicos una vez que están en funcionamiento. Esto los hace ideales para áreas suburbanas o incluso rurales, donde la infraestructura podría no estar diseñada para manejar las demandas de desarrollos comerciales a gran escala.
Uno de los aspectos más interesantes de los centros de datos es el “efecto halo”, según el cual su presencia fomenta un desarrollo económico más amplio, en particular en el sector de alta tecnología. Una vez que se establece un centro de datos, con frecuencia crea un ecosistema que atrae a industrias relacionadas, como el desarrollo de software, los servicios en la nube y la investigación en inteligencia artificial.
Por ejemplo, en Arizona, la expansión de los centros de datos ha desencadenado un renacimiento tecnológico. Cada vez más empresas de campos como la inteligencia artificial, la tecnología financiera y el comercio electrónico se instalan en Phoenix (y ciudades aledañas) debido a la disponibilidad de una infraestructura digital confiable. Este efecto de agrupamiento convierte a las regiones en centros tecnológicos, creando empleos y oportunidades mucho más allá del propio centro de datos.
En este sentido, los centros de datos actúan como imanes para la innovación. Las empresas que buscan aprovechar la proximidad a instalaciones de procesamiento de datos de alta velocidad y baja latencia tienen más probabilidades de establecer operaciones en las cercanías. Este efecto dominó impulsa el empleo local en industrias de alta tecnología, lo que contribuye a la diversificación y el crecimiento de la economía regional.
En ciudades como Columbus, Ohio, la presencia de grandes centros de datos ha atraído inversiones de gigantes tecnológicos como Google y Amazon, consolidando aún más el estatus del área como centro tecnológico.
Si bien los centros de datos no generan una gran cantidad de empleos directos, su impacto económico más amplio es innegable. Como infraestructura esencial, generan ingresos fiscales significativos, estimulan la innovación tecnológica y tienen un impacto mínimo en el tráfico y los servicios locales. A través del "efecto halo", atraen industrias e inversiones de alta tecnología, lo que impulsa aún más las economías locales.
Los centros de datos, al igual que las carreteras, los puentes y las redes eléctricas, son hoy parte integral de la economía moderna. A medida que las ciudades y los estados reconozcan su valor, los centros de datos seguirán desempeñando un papel cada vez más importante en el impulso del crecimiento económico sostenible a largo plazo.