En este artículo escrito por Interxion se ahonda en la importancia de los nodos edge en la vida conectada actual.

 

En 2020 habrá más de 20.000 millones de dispositivos conectados en el mundo, y los centros de datos buscan soluciones para hacer frente a la exigente demanda de conectividad y de nuevas ubicaciones.

El rápido aumento en el número de dispositivos conectados a Internet presiona hoy al sector TI. En el futuro cercano deberá proporcionar una infraestructura distribuida para que dichos dispositivos se puedan conectar, transmitir sus datos y almacenar o hacer un primer análisis de la información. Cuando hablamos de dispositivos, nos referimos por ejemplo a los de tipo personal (wearables), a los vehículos, al IoT industrial y todo lo relacionado con las ciudades inteligentes.

Esta infraestructura distribuida necesitará nodos de edge computing, que son aquellas instalaciones que se encuentran próximas a donde los datos se generan para poder procesarlos en tiempo real y no sufrir demoras por la latencia. Estos nodos o extensiones de los centros de datos de las grandes ciudades se ubicarán en áreas más lejanas, por ejemplo en pequeños núcleos de población o entornos rurales.

Este despliegue tiene como objetivos mejorar la conectividad (reduciendo la latencia) y los recursos de computación (aumentando la capacidad de cálculo y almacenamiento).

 

¿Quién necesita un nodo edge? ¿Qué formato utilizan?

El caso de industrias que utilicen aplicaciones con grandes volúmenes de datos (la robótica industrial es un caso) o el de los gobiernos que implanten modelos de smart cities resultan candidatos para instalaciones edge. Además de IoT, también la futura expansión de las redes 5G y la distribución de contenido que requiere importante ancho de banda son también algunos de los sectores que desplegarán estas nuevas infraestructuras.

Un nodo edge puede utilizar una infraestructura similar a un centro de datos, aunque en una escala menor. También puede ser un data center en un contenedor, o puede ubicarse con una instalación mínima junto a una subestación eléctrica o a una torre de telecomunicaciones.

No debemos dejar que su pequeño formato o su localización nos engañe: son infraestructuras tan críticas como cualquier centro de datos, y por tanto deben contar con configuraciones que proporcionen seguridad y resiliencia.

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Sistemas eléctricos redundantes para asegurar el funcionamiento del centro de datos. Fuente: Interxion Madrid.


La aplicación de edge computing en la vida real

El CEO de Microsoft, Satya Nadella, destacó la relevancia del edge computing cuando lo eligió como uno de los temas centrales de su ponencia durante la conferencia Build para desarrolladores de Microsoft el año pasado. En su visión, el procesamiento de la información se irá desplazando desde los entornos cloud y los grandes centros de datos hacia una red formada por los propios dispositivos.

Este movimiento se verá impulsado por la necesidad de procesar una cantidad creciente de datos en tiempo real. La comunicación entre los dispositivos y los centros donde se procesen sus datos debe ser inmediata. Los coches autónomos son un ejemplo claro de que la conectividad debe tener la mínima latencia, porque las decisiones del vehículo pueden poner vidas en juego. Otro caso puede ser el de fábricas que trabajan con robots o maquinaria cuyos fallos pueden resultar extremadamente costosos si no son detectados a tiempo y se resuelven las anomalías. Igualmente, los dispositivos que utilicen los próximos desarrollos de realidad aumentada (AR) emplearán la infraestructura de edge computing, así como el sector del transporte de carga.

Junto con la conectividad, el procesamiento de datos en tiempo real tendrá que perfeccionarse. En el inmenso laberinto de datos que generarán los dispositivos, los programas de cálculo deberán ser capaces de analizar la información y decidir cuáles son los datos valiosos para los sistemas y cuáles pueden pasar por alto o desechar.