Conocido anteriormente como Caléndula, el Centro de Supercomputación de Castilla y León (Scayle) ha logrado multiplicar su capacidad por diez en una década, desde los 29 teraflops iniciales hasta los 229 teraflops actuales.

Este crecimiento responde a la necesidad de no quedar obsoleto en un sector “en continuo desarrollo”, si bien esta renovación ha debido realizarse en un contexto “de crisis económica”, tal como dieron a conocer desde Scayle la pasada semana en una jornada para difundir la labor del supercomputador al servicio de la investigación.

Administrado por la Fundación del Centro de Supercomputación de Castilla y León, Scayle forma parte de la red estatal de centros de supercomputación, que está compuesta por trece entidades. El supercomputador inició su andadura en 2008 en el campus Vegazana de la Universidad de León, prestando servicios a actividades como la astrofísica o la meteorología, si bien su alcance se ha extendido a otras actividades.

El centro de supercomputación dirigirá también el proyecto de Escuelas Conectadas para enlazar 1.500 centros educativos mediante fibra óptica. Colabora asimismo con el Instituto Nacional de Ciberseguridad (Incibe), ubicado también en León.