AT&T recibirá 1.950 millones de dólares en efectivo por la operación, que debe ser aprobada por la FCC de Estados Unidos y el departamento de Justicia de ese país.

El trato incluye todos los activos de redes, incluyendo el espectro del que AT&T es propietaria, así como inmuebles, alquileres y la totalidad de sus clientes, entre los que hay 1,1 millones de usuarios de telefonía móvil. La plantilla de AT&T en las dos regiones es de cerca de 1.300 trabajadores.

La venta de estos activos forma parte de un plan de desinversión que encara AT&T para reducir deuda: su objetivo es cerrar 2019 con una relación deuda neta / EBITDA de 2.5x. Desde la compañía estiman que para fines de año habrán vendido el equivalente a 11.000 millones de dólares en activos.

Para asegurar una transición "suave" para los clientes, la teleco estadounidense apoyará en ciertas funciones a Liberty Latin America tras el cierre del acuerdo, que ambas firmas estiman que ocurrirá en un plazo situado entre seis y nueve meses.

La firma utilizará los fondos recibidos de la operación, tras el pago de dividendos, para continuar con su plan de desapalancamiento y sus iniciativas de monetización.

"Esta transacción es el resultado de una revisión estratégica actual de nuestro balance y activos para identificar oportunidades de monetización", ha apostillado el director financiero de AT&T, John Stephens.

A principios de septiembre, el fondo de inversión Elliott Management desveló que poseía una participación minoritaria en la teleco equivalente a 3.200 millones de dólares.

Tras informar de su posición en la empresa, el fondo remitió una carta al consejo de administración en la que instaba a vender los activos no estratégicos y reducir el apalancamiento para impulsar la cotización de las acciones.