Poco se oía hablar de generación y uso de energía renovable en los centros de datos hasta que los grandes proveedores hiperescala entraron en el escenario de la eficiencia unos cinco años atrás. Tampoco lo hicieron totalmente por voluntad propia: la organización ecologista Greenpeace lleva más de una década presionando a los gigantes cloud para que sean más eficientes, teniendo en cuenta la elevada cantidad de energía que consumen y la influencia que pueden tener en el resto de la industria.

Ya en su informe “¿Cómo de limpia es tu nube?” de 2012, Greenpeace daba un toque de atención a compañías como Amazon y Microsoft por basarse en gran medida en energía procedente del carbón para alimentar sus centros de datos. A partir de entonces, los gigantes de la nube se han puesto las pilas y han multiplicado sus esfuerzos hacia la eficiencia, hasta convertirse en auténticos promotores.  

El camino hacia el uso de energía verde es inevitable. No solo porque los combustibles fósiles como el carbón o el petróleo contribuyen al cambio climático, sino también porque son recursos finitos que acabarán escaseando, frente a la gran disponibilidad de las fuentes limpias. Sin embargo, las renovables y los centros de datos no siempre encajan a la perfección.
 

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