Ocurrió en septiembre de 2015 en la ciudad de Nueva York. Un total de 193 Estados Miembros de las Naciones Unidas presentes en la Cumbre de Desarrollo Sostenible definieron la Agenda 2030 con 17 Objetivos (Objetivos de Desarrollo Sostenible) como marco, con el propósito de poner fin a la pobreza, proteger el planeta y garantizar que para el 2030 todas las personas disfruten de paz y prosperidad.

Posteriormente, en diciembre de 2015 durante la COP 21 en Paris, los países participantes lograron un histórico Acuerdo, comprometiéndose a mantener el aumento de temperatura muy por debajo de los 2°C con respecto a los niveles preindustriales, limitando el aumento a 1.5°C; a aumentar la capacidad de adaptación y promover la resiliencia al clima y un desarrollo con bajas emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI); y a elevar las corrientes financieras a un nivel compatible con una trayectoria de desarrollo resiliente al clima y baja en carbono.

En ese momento, esa convocatoria que se presentaba como una oportunidad histórica para trabajar mancomunadamente y para transformar al Homo Economicus en Homo Reciprocans pensando tal como nos sugiere Otto Scharmer en el Ecosistema en reemplazo del Egosistema, pareció algo lejano y tal vez exagerado que no nos imponía una agenda de trabajo inmediata.

Afortunadamente, una gran cantidad de actores gubernamentales, empresariales e individuales abrazaron esos objetivos y establecieron programas de acción para contribuir a su cumplimiento, valiéndose de la tecnología, el talento humano y los recursos financieros, imprescindibles compañeros de ruta para alcanzar los ODS.

Sin embargo, y según los datos publicados por Cepal, hoy nos encontramos frente a una situación crítica con sólo un tercio de las 169 metas incluidas en los ODS en camino de alcanzarse y tan sólo a siete años de la fecha límite para cumplirlos.

Se torna fundamental la acción colectiva y un mayor compromiso de todos los actores para cumplir la visión de la Agenda 2030.

Desde el sector tecnológico el desafío es el de trabajar en transformar nuestros productos y servicios de modo que impactemos en la mayor cantidad de ODS, considerando que estamos muy cerca de la fecha objetivo.

En el caso de los centros de datos, se observa una tendencia a enfocarse solamente en los objetivos relacionados con el cambio climático y el uso de la energía (ODS13 y ODS7), olvidando que los 17 ODS son mucho más amplios y que están integrados, reconociendo que la acción en un área afectará los resultados en otras áreas y que el desarrollo debe equilibrar la sostenibilidad social, económica y ambiental.

Bajo esta premisa analicemos ahora todas las acciones que podríamos realizar en los centros de datos para abarcar una mayor cantidad de ODS y lograr un impacto positivo en ellos.

Como hemos mencionado, existe en los operadores de centros de datos un apoyo concreto al cumplimiento del ODS7(Energía Asequible y no Contaminante) y el ODS13(Acción por el Clima) cuyo impulso fue el resultado de la definición categórica de objetivos de Carbono Neutralidad establecidos fundamentalmente por empresas Hyper-Scalers hace ya algunos años, y que han derramado hacia toda la cadena de suministro.

Las buenas prácticas responsables de esta transformación dentro del centro de datos, o lo que se define como Alcance 1 (Scope1), pueden resumirse en el uso de la virtualización, la optimización de los sistemas de refrigeración y el uso de nuevas tecnologías de gestión de la potencia.

Si ampliamos la mirada hacia la red de distribución de energía o Alcance 2 (Scope2), las buenas prácticas incluyen la inversión en fuentes de energía renovables como la solar, eólica o hidroeléctrica para la operación completa o parcial del centro de datos, sujeto a la disponibilidad local y a los planes de continuidad de la operación (BCP).

Todas estas buenas prácticas ayudan a reducir el consumo de energía e impactan positivamente en los ODS7 &13.

Analicemos a continuación algunas buenas prácticas adicionales a aquellas relacionadas con la gestión energética.

Los centros de datos que minimizan el consumo de agua empleando sistemas de refrigeración innovadores o la reutilizan para esos fines, contribuyen plenamente al ODS6 (Agua Limpia y Saneamiento).

Aquellos que establecen estrategias de reducción de residuos ya sea reciclando o reutilizando equipos electrónicos o alargando la vida útil de los mismos; ya sea minimizando el uso de papel o gestionando responsablemente el descarte de los residuos electrónicos, contribuyen al cumplimiento del ODS12 (Producción y Consumo Responsables).

Los centros de datos que tienen políticas claras de diversidad e inclusión en su fuerza laboral realizan acciones comunitarias y dan apoyo a iniciativas educativas en su ámbito de influencia, contribuyen al cumplimiento de los ODS4(Educación de Calidad), ODS5 (Igualdad de Género) y ODS10 (Reducción de las Desigualdades).

Adicionalmente, teniendo en cuenta el elemento financiero podemos mencionar como buena práctica la inversión en proyectos de energía renovables, o la participación en iniciativas de reforestación o la emisión de bonos verdes. Todas ellas contribuyen a combatir el cambio climático y apoyan de esta manera al ODS13(Acción por el Clima).

Los centros de datos que tienen buenas prácticas relacionadas con la protección de datos personales apoyándose en estrategias de ciberseguridad ya sea con servicios in- house o contratados a otras empresas, contribuyen al cumplimiento del ODS16 (Paz, Justicia e Instituciones Sólidas).

Finalmente, las alianzas con otras empresas, cámaras, industrias y gobiernos para compartir estas buenas prácticas y trabajar colaborativamente en apoyar a los otros 16 ODS contribuyen plenamente al ODS17en todas las áreas (Alianzas para lograr los Objetivos)

En conclusión, las buenas prácticas en todas las áreas del centro de datos y su coordinación entre las áreas internas y con agentes externos, no se presenta hoy como algo inalcanzable considerando los recursos humanos, tecnológicos y financieros disponibles.

Sin embargo, es fundamental que en los operadores de esos centros de datos existan políticas que se enfoquen en la transformación integral de los aspectos sociales, ambientales y económicos del ecosistema que esa operación impacta.

En ese caso podremos afirmar que la suma de las partes resulta mayor que el todo y que la acción colectiva de todos los actores está en el camino correcto para alcanzar la Agenda 2030.


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