Por Senna Baillie, directora de comunidad de VeUP


En el panorama tecnológico en rápida evolución, existe una narrativa recurrente de que el sector está logrando avances significativos en la mejora de la diversidad, la equidad y la inclusión (DE&I).

Sin embargo, a pesar de la abundancia de opiniones positivas que circulan sobre el compromiso de la industria tecnológica con la diversidad, las cifras muestran una narrativa diferente.

Los datos: contar una historia diferente

Datos recientes de la Oficina de Estadísticas Nacionales (ONS) revelan una tendencia preocupante: el sector tecnológico del Reino Unido está fracasando en sus esfuerzos por promover la diversidad de género, lo que plantea dudas sobre la eficacia de las iniciativas actuales y el compromiso genuino de la industria con el cambio.

En medio de un crecimiento más amplio, el sector tecnológico ha registrado una caída preocupante en el número de trabajadoras. Si bien la industria en su conjunto experimentó un aumento de 85.000 trabajadores entre el primer y segundo trimestre de 2023, el número de trabajadoras experimentó una disminución.

Esta disparidad entre el crecimiento general del sector y la menguante representación femenina pone en duda los factores subyacentes que están causando este desequilibrio.

Actualmente, las mujeres constituyen sólo el 26 por ciento de la fuerza laboral tecnológica, una estadística alarmante que dice mucho sobre el persistente desequilibrio de género en la industria.

Menguante representación femenina

El lento progreso en el aumento de la representación femenina puede atribuirse a barreras multifacéticas que continúan obstruyendo su entrada así como su avance profesional. La falta de modelos visibles y de culturas inclusivas, combinada con prejuicios inconscientes arraigados en las prácticas de contratación, crean colectivamente un entorno hostil para que prospere el talento femenino. Es una realidad que socava la noción de cualquier progreso genuino en DE&I.

El año pasado estuvo marcado por cambios erráticos en el número de mujeres en la tecnología. El rango fluctuó desde un mínimo de 447.000 en el primer trimestre del año anterior hasta un máximo de 532.000 en el tercer trimestre. Este patrón de vaivén se vio agravado aún más por una asombrosa caída de 17.000 en el número de mujeres entre el cuarto trimestre de 2022 y el primer trimestre de 2023.

Esta volatilidad no es un hecho aleatorio; refleja la fragilidad de la posición de las mujeres en la industria, susceptible a fuerzas externas como la pandemia.

Hablando de eso, la pandemia no ha hecho más que amplificar las disparidades de género en la industria. La crisis puso de relieve el impacto de género de las responsabilidades de cuidado, y las mujeres soportan la carga de manera desproporcionada.

En consecuencia, muchos tuvieron que reducir su jornada laboral o tomar licencias. Este revés pone de relieve la necesidad de políticas adaptadas que reconozcan y aborden los desafíos únicos que enfrentan las trabajadoras, especialmente en tiempos de crisis.

Demanda de habilidades versus representación

Si bien las cifras sugieren una falta de progreso, la demanda de habilidades tecnológicas sigue siendo persistente en todos los niveles. Este escenario plantea la pregunta: ¿por qué estas oportunidades no se traducen en ganancias significativas para la representación femenina?

La respuesta está en la renuencia de la industria a desmantelar las barreras sistémicas que obstaculizan el progreso de las mujeres. La falta de vías accesibles hacia la tecnología, junto con la ausencia de apoyo específico, significa que las cosas siguen como están.

Para fomentar un cambio real, el sector tecnológico debe hacer más que hablar de boquilla sobre DE&I. El discurso sobre la inclusión debe evolucionar hacia acciones tangibles que impulsen una transformación real.

Acción más allá de la retórica

En lugar de aprovechar las olas de la incertidumbre económica con un gasto cauteloso que afecta desproporcionadamente a las mujeres, las empresas deberían redirigir sus esfuerzos hacia la creación de entornos que empoderen a las trabajadoras. Esto implica cultivar modelos a seguir, instituir programas de tutoría y rectificar las prácticas de contratación para eliminar prejuicios inconscientes.

Además, se requiere un compromiso colectivo de los líderes de la industria, los formuladores de políticas y las instituciones educativas para cerrar la brecha de género. Las iniciativas que fomentan el interés en la tecnología desde una edad temprana y alientan a las niñas a seguir una educación STEM pueden cultivar una fuente de talento diverso.

Además, ofrecer acuerdos laborales flexibles, promover opciones de trabajo remoto e implementar políticas favorables a la familia puede satisfacer mejor las necesidades de las trabajadoras, especialmente en tiempos difíciles.

El camino por delante

Las narrativas optimistas sobre el progreso del sector tecnológico en DE&I pueden ser prematuras. Las estadísticas recientes que revelan una disminución en el número de trabajadoras en medio del crecimiento general del sector tecnológico sirven como un claro recordatorio de que queda mucho trabajo por hacer.

Para traducir las opiniones y discursos positivos en cambios significativos, la industria debe reconocer las barreras sistémicas que impiden la participación de las mujeres y tomar medidas concretas para derribarlas.

Sólo a través de esfuerzos específicos, políticas inclusivas y un compromiso genuino podrá el sector tecnológico transformarse verdaderamente en una potencia de innovación diversa y equitativa, que esté a la altura del discurso que lo rodea.