Que España está viviendo un boom en el sector de los Data Center es algo incuestionable. Nuestro país, gracias a su posición geográfica entre Europa, África y América, a una sólida red de conexiones tanto terrestres como submarinas y a una de las mejores infraestructuras energéticas del mundo, se ha convertido en punto estratégico donde han posado sus ojos los principales proveedores de cloud, grandes empresas tecnológicas y potentes inversores internacionales del mundo de la digitalización. Un apetito inversor que traerá a nuestra economía más de 8.500 millones de euros en los próximos años, multiplicando por 10 la capacidad instalada actual y superando, por ejemplo, a París en el año 2026.

Este crecimiento exponencial, fruto del aumento constante de la demanda de servicios digitales a nivel global, debe ser guiado siempre por dos criterios fundamentales y ciertamente relacionados: la eficiencia energética y la sostenibilidad. Es cierto que España, al llegar más tarde que otros países al despliegue de centros de datos, cuenta con instalaciones mucho más modernas y medioambientalmente responsables, pero, lamentablemente, padece el mismo cuestionamiento político y mediático por su consumo de energía y su impacto en el entorno.

Ante esto, ¿qué se puede hacer? Desde mi punto de vista hay dos cosas: pedagogía e innovación sostenible. El sector debe hacer un esfuerzo por transmitir a la sociedad no solo el papel crucial que desempeñamos en su día a día -todo lo digital pasa por un Data Center- sino que lo hacemos con el máximo respeto y compromiso con el medio ambiente. No es suficientemente conocido que prácticamente todos los centros de datos que operan en España se nutren al 100% de energía renovable o que somos de las pocas industrias en Europa que se han adelantado a los pasos que en el futuro dará la Comisión Europea en materia medioambiental, firmando el Pacto Europeo por la Neutralidad Climática de Centros de Datos y Servicios Cloud, con el objetivo de alcanzar la neutralidad de emisiones de carbono para el año 2030.

Pero no podemos quedarnos aquí, y entro en la segunda de mis reflexiones. Debemos situarnos a la vanguardia de la sostenibilidad bien entendida, la sostenibilidad que busca el equilibrio, la autosuficiencia energética y devolver al entorno aquello que nos da. En este sentido, una de las claves será aplicar a los Data Centers el concepto de economía circular. Es decir, reducir los recursos necesarios para el funcionamiento de los servidores mediante el reciclado de los componentes y la minimización de los desechos, un reciclado que también se ha de extender a los propios materiales de construcción del centro. Todo esto, deberá ir acompañado por un diseño estratégico en el ahorro de energía mediante la atención, no sólo en las técnicas de refrigeración y equipos de alta eficiencia energética, si no también, en la sostenibilidad de la cadena de suministro, es decir, el origen de los productos, el uso de energía renovable en su fabricación, y por último pensar en su reciclado una vez lleguen al fin de su vida útil.

La otra gran apuesta es el Off-Grid, Data Centers que se alimentan con su propia energía sin tener que conectarse a la red eléctrica. España, gracias a su fuerte desarrollo en energías renovables, es el lugar perfecto donde desplegar estas infraestructuras autosuficientes, que pueden funcionar con su propia planta fotovoltaica, eólica, hidrógeno verde o agua. De hecho, ya hay interesantes proyectos en marcha, que veremos en no mucho tiempo y que servirán de ejemplos de cómo se puede integrar desarrollo y sostenibilidad. La innovación y el respeto por el entorno no están reñidos, y es algo que está industria está demostrando.

Los que nos dedicamos a diseñar centros de datos tenemos claro que la sostenibilidad no es una moda, sino una realidad instalada en la conciencia social que no podemos obviar. Investigamos, innovamos, aplicamos los más avanzados estándares de eficiencia para contribuir a un mundo mejor. La digitalización es imparable, pero se debe hacer de la mano de una correcta descarbonización. Queda camino por recorrer, sí, pero estoy convencido de que seremos capaces de hacer entender a la sociedad de que no somos un sector ajeno a los retos medioambientales que enfrenta el planeta. No somos parte del problema sino un actor clave para la solución.


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