Desde que empecé a trabajar en temas de sostenibilidad y energía, entre noticias, entrevistas e informes de empresas de todos los tamaños, me he estado preguntando: “¿cuándo dejaremos de comunicar objetivos y empezaremos a informar los resultados?”

No me malinterpreten, no hay ningún problema en tener objetivos; de hecho, son el punto de partida de muchas cosas. Pero reconozcámoslo, llevamos bastante tiempo hablando del cambio climático, las emisiones de gases contaminantes, la deforestación, la escasez de agua, el consumo sin frenos y otras cuestiones derivadas de nuestra mala relación con el medio ambiente.

Tampoco es novedad que muchas empresas de todo el mundo están firmando acuerdos y comprometiéndose con objetivos sostenibles. Inversiones en equipos más eficientes, acuerdos de compra de energía (PPA), participación en iniciativas de compensación de carbono… muchos objetivos y planes en conformidad a la ya conocida Agenda ESG. Entonces, si ya tenemos planes en marcha, ¿cuándo cosecharemos los frutos de esas metas?

Me puse a buscar la respuesta y, sin andarme por las ramas, ya se lo puedo decir: 2030 va a ser el año de la cosecha. O eso dicen las empresas y gobiernos.

¿La ventaja? Solo estamos a seis años de 2030. ¿Lo malo? Solo estamos a seis años de 2030. Lo que significa que tenemos muy poco tiempo para revertir lo que nosotros mismos hemos creado.

¿Dónde estamos?

Siempre que hablo de sostenibilidad, me gusta entender dónde estamos. Al fin y al cabo, es más fácil hacerse una idea de cómo y hacia dónde debemos avanzar sabiendo exactamente en qué punto nos encontramos.

Así que permítanme poner esto en contexto: 2023 fue el año más caluroso de la historia. El 4 de julio de 2023, además de ser conocido como la celebración de los 247 años de la independencia de Estados Unidos, es también posiblemente el día más caluroso de los últimos 125 mil años, un hito que no necesita celebración. Según datos del Servicio de Cambio Climático Copérnico (C3S) de la Unión Europea, las temperaturas medias del año pasado fueron 1,48 °C más altas que antes de la revolución industrial. A poca distancia del temido límite de 1,5 °C que los científicos nos advierten que no debemos sobrepasar.

Aunque la capacidad instalada de energías renovables en el mundo aumentó un 50% en 2023 respecto al año anterior — según informa la Agencia Internacional de la Energía —, las emisiones mundiales de carbono procedentes de combustibles fósiles también aumentaron en 2023 respecto a 2022.

Y hablando de emisiones de carbono, no podemos dejar de recordar que en 2023 tuvimos incendios a gran escala en Canadá, con proporciones que traspasaron las barreras geográficas y se extendieron hasta los cielos de Estados Unidos. Más de 135.000 kilómetros cuadrados ardieron en el país del arce, una superficie mayor que el tamaño de Grecia. Según un estudio del Copernicus, los incendios forestales en Canadá causaron casi una cuarta parte de las emisiones globales en 2023.

Mientras Canadá luchaba por controlar las llamas de los incendios forestales, otras partes del mundo sufrían los efectos del fenómeno “El Niño”. Este patrón meteorológico se caracteriza por el calentamiento de las aguas del océano Pacífico, lo que repercute directamente en las temperaturas globales.

En Brasil, el fenómeno provocó un invierno atípico, el más cálido de la historia desde que se tienen registros. En Italia, Roma alcanzó por primera vez los 42,9 grados. En el Ártico, el hielo siguió derritiéndose, y la capa polar es cada vez más fina — es importante señalar que la región se está calentando casi cuatro veces más rápido que la media del resto del mundo. Adicionalmente, en muchos países del Viejo Continente, miles de personas perdieron la vida debido a las altas temperaturas.

"La era del calentamiento global ha terminado; ha llegado la era de la ebullición global. Los líderes deben liderar. Se acabaron las vacilaciones. Basta de excusas. Basta de esperar a que otros actúen primero. Simplemente, ya no hay tiempo para eso", afirmó el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres. Y yo no podría estar más de acuerdo con Guterres. El mundo está hirviendo.

Un futuro no tan lejano

En 2021, durante la 26ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26), más de 100 países firmaron un compromiso para poner fin a la deforestación hasta 2030. Según lo anunciado en ese momento, los líderes de las naciones participantes invertirían unos 12.000 millones de dólares en fondos públicos para proteger y restaurar los bosques, así como 7.200 millones de dólares en inversión privada.

En esa misma época, también hubo una promesa sobre la reducción del metano. Más de 100 países acordaron reducir las emisiones de gases de efecto invernadero hasta, sorprendentemente, 2030.

En 2022, la ONU publicó un informe en el que se afirmaba que, para limitar el calentamiento global a 1,5°C en comparación con los niveles preindustriales, las emisiones de gases de efecto invernadero tendrían que reducirse en un 43% para 2030, y las de metano en un tercio.

Recientemente, en 2023, tuvo lugar la COP28. La conferencia concluyó en diciembre con el compromiso de triplicar la capacidad de las energías renovables y duplicar la tasa media de mejora de la eficiencia energética hasta 2030 (sí, sí, 2030).

Según las Naciones Unidas, el objetivo de contener el calentamiento por debajo de 1,5°C es “inalcanzable” sin una reducción inmediata y efectiva en todos los sectores de la economía. Así que la atención no debe centrarse solamente en los gobiernos, sino también en el sector privado.

De acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), sin el respaldo del sector privado, los países tienden a endeudarse fuertemente tratando de alcanzar objetivos de emisiones cero. Las finanzas públicas de muchos países emergentes ya están bajo presión debido a los impactos generados durante la pandemia, los efectos indirectos de las guerras y, por supuesto, los desastres naturales.

"De aquí a 2030 es necesario reducir las emisiones de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero entre un 25% y un 50% respecto a 2019. No obstante, como se constata en nuestro último análisis, los compromisos mundiales en vigor que se recogen en las contribuciones determinadas a nivel nacional apenas lograrían reducir las emisiones en un 11% para finales de esta década", decía una nota oficial del FMI en 2023.

Sin llevar el análisis a una visión más pesimista, las proyecciones del FMI indican que las actuales políticas adoptadas en todo el mundo no están alineadas con los compromisos asumidos, señalando que para 2030 el mundo ni siquiera alcanzará ese objetivo (que ya está bastante por debajo de lo ideal).

Pero tranquilicémonos. Busquemos la luz al final del túnel. Tanto la ONU como el FMI mantienen un hilo de esperanza. La solución podría resumirse en una palabra: ambición.

En resumen, los gobiernos deben fijar objetivos más ambiciosos y eficaces. Y el sector privado debe invertir más. Según el Fondo Monetario Internacional, la proporción de financiación climática procedente del sector privado en los países emergentes y en desarrollo debería aumentar del 40% al 90% para 2030. Ambición.

Compromisos firmados

Ahora que entendemos dónde nos encontramos, veamos lo que ya se está haciendo.

Para no alargar demasiado este artículo, he resumido algunos de los compromisos que ya han asumido algunas de las mayores empresas tecnológicas del mundo. Echémosles un vistazo:

  • Google: tiene el objetivo de llegar a cero emisiones netas en toda la cadena de valor hasta 2030, operando data centers con energía libre de carbono las 24 horas del día, los 7 días de la semana.
  • Microsoft: quiere ser una empresa negativa en carbono, positiva en agua, con cero residuos y proteger los ecosistemas donde opera hasta 2030.
  • Meta: tiene el compromiso de eliminar las emisiones de carbono de toda su cadena de valor y de ser positiva en agua hasta 2030.
  • Apple: quiere hacer que toda su cadena de valor sea neutra en carbono hasta 2030, reduciendo un 75% las emisiones en comparación con 2015.
  • AWS: su objetivo es operar con un 100% de energía renovable y lograr un balance positivo en el consumo de agua para 2030.
  • Equinix: se ha adherido al Pacto de neutralidad climática de los data centers de la UE, comprometiéndose a la neutralidad de carbono para 2030.
  • Oracle: su objetivo es alcanzar emisiones netas cero hasta 2050 y reducir a la mitad las emisiones de gases de efecto invernadero en operaciones y cadena de suministro hasta 2030, en comparación con 2020.
  • Intel: quiere lograr un balance hídrico positivo, utilizar electricidad 100% renovable en todas las operaciones mundiales y reducir las emisiones absolutas de gases de efecto invernadero de alcance 1 y 2 en un 10% (respecto a la base de 2020) para 2030.
  • Samsung: busca lograr cero emisiones netas de carbono (alcance 1 y 2) en todas las operaciones de la División Device eXperience (DX) para 2030, y en todas las operaciones globales, incluida la División Device Solutions (DS), para 2050.
  • Alibaba Group: quieren alcanzar la neutralidad de carbono hasta 2030.

Próximos capítulos

Según la ONU, "los próximos dos años serán cruciales. En la COP29, los gobiernos deben establecer un nuevo objetivo de financiación para el clima que refleje la escala y la urgencia del desafío climático. Y en la COP30, deben llegar preparados con nuevas contribuciones determinadas a nivel nacional que incluya toda la economía, cubran todos los gases de efecto invernadero y que estén plenamente alineadas con el límite de 1,5°C de temperatura".

Recordemos que la COP29 se celebrará en Azerbaiyán, país euroasiático, entre el 11 y el 22 de noviembre de 2024. Y, en 2025, Brasil será el anfitrión de la COP30.

Por ahora, seguiremos comunicando los objetivos y compromisos firmados por las empresas y gobiernos, a contrarreloj y esperando con ilusión que en 2030 tengamos un año de cosecha. Pero, mientras tanto, les recomiendo que preparen su crema solar. ¡La temperatura seguirá subiendo!